Al contrario de lo que él pueda pensar, Nolan no incomoda, ni horroriza, ni tampoco innova. Esa vía está muerta, celebremos WEEK-END y despidamos este año horrible con una película que sí incomoda y horroriza, y desde luego innova. Concebida como un jugoso escupitajo a la imbecilidad de la burguesía, se puede trocear en tres partes muy diferenciadas, casi tres películas independientes, aunque un rayo la atraviesa de principio a fin: insoslayable, el ruido. Porque WEEK-END puede que pase por ser una de las películas más estridentes de la historia, y (cosa rara en mí) con la capacidad de ponerme nervioso en según qué tramo. El inicio, de todas formas, es más bien inquietante, con una joven describiendo a su amante una experiencia sexual con el matrimonio que luego será el protagonista de la cinta. A media luz, y sin omitir un solo detalle, nos pone ya en situación de lo que vamos a ver. Y lo que vamos a ver es a esta pareja de pequeñoburgueses, desquiciados, chocando su descapotable, insultando a todo el mundo y planeando la muerte de la madre de él, con tal de quedarse con su patrimonio y darse la gran vida. Ahí comienza un apabullante plano-secuencia, un travelling imposible a lo largo de un atronador atasco, por el que va pasando el impávido descapotable, y con el que Godard efectúa una maravillosa interpretación de lo que él llama "un día parisino", con coches accidentados y muertos junto a gente que juega al ajedrez y niños que corretean. Hasta ahí no hay tregua, luego Godard se repite un poco y comienza con sus disertaciones marxistas y sus imágenes metafóricas, pausando el ensordecedor orgasmo al que estábamos asistiendo, aunque aún nos regale dos o tres momentos impactantes, incluyendo la decapitación de una gallina y la muerte por mazazo en el cráneo de un cerdo, con lo que el bucólico fin de semana burgués queda colmado. Al menos por este año...
Saludos.
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