¿Se la han puesto ya a Meloni? ¿A Abascal? A los racistas de siempre, o a los que aquí han acuñado el repugnante término de "la paguita". A todos ellos, que no son pocos, les vendría bien una película como IO CAPITANO, un emocionante y vibrante viaje al corazón mismo de las interminables (e inagotables) odiseas, que componen las desesperadas travesías desde África, buscando la inalcanzable quimera europea. Matteo Garrone incrusta su cámara, inquisidora y valiente, acompañando a Seydou (impresionante el trabajo del joven Seydou Sarr) cuando decide abandonar Dakar junto a su primo Moussa, con el objetivo de llegar a una Italia que dista mucho de esa Arcadia feliz. Con su habitual tono naturalista, que abraza el costumbrismo con la misma distancia que el horror, Garrone deshoja esta historia de camaradería y amistad con paciencia, mostrando en el arranque el sueño de un chaval de 16 años y los temores de su madre. Una vez en ruta, la situación empeora drásticamente, como un descenso a los infiernos y la desesperanza, pero donde estaremos siempre aferrados a esa voluntad inquebrantable, la de un muchacho aterrorizado, pero que jamás abandona su humanidad. De ahí se desprenden los mejores momentos de un film rotundo, bello por mostrar belleza donde sólo hay fealdad, solidaridad donde reina el terror y el caos. Sólo por ello merece mucho la pena, aunque me temo que quienes deberían verla con urgencia, ciegos como son, nunca lo harán.
Está nominada, no va a ganar, pero su existencia ya es motivo de enhorabuena.
Saludos.
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