Parecía inevitable, y sólo habría que esperar el momento para asistir a la inevitable transformación de Pixar en Disney. Si tengo que explicar esto vamos mal encaminados, o hemos visto poco cine, o no hemos entendido nada. ELEMENTAL es a Pixar lo que Pixar era a Disney. Se parecía, pero en el fondo es otra cosa. O explicado con una pequeña metáfora: el agua y el fuego no pueden tocarse, pero sí contribuir a crear otra cosa diferente, un bonito adorno de cristal por ejemplo. Disney puede refinar hasta lo hiperbólico el trazo, la animación, la cáscara; a la hora de ensayar el milagro emocional, existe el riesgo de que "un elemento devore al otro", y la tentación de un estándar de altos vuelos recaudatorios es demasiado fuerte como para cometer la torpeza de "querer crear". Estamos ante un remedo híper blanco de algunos de los títulos más famosos de la factoría del flexo, con un marco tan previsible como el de los amores entre diferentes, irreconciliables al principio e inclusivos finalmente, por lo que todos quedan contentos. Los recaudadores, los trazadores, los devoradores de maíz y hasta Thomas Newman haciendo como que innova partituras que casi rozan la intrascendencia. Por decir algo positivo, se me ocurre que no hace daño ni molesta, y se ve con la abulia de un puente de tres días.
No puede ganar, sería descabellado.
Saludos.
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