Es curioso el caso de Laurent Achard, la escasa y deficiente difusión que han obtenido sus films (incluso en Francia), cuando hablamos de un director que posee una visión distintiva, que le lleva a ser uno de los grandes renovadores del cine de género, al que siempre se acerca desde unos márgenes que le permiten hibridar varios de ellos, a la búsqueda de una mirada personal e intransferible. Cierto que no ayuda la morosidad de Achard (tres largos en 25 años lo atestiguan), cuyo último film es nada menos que de 2011. DERNIÈRE SÉANCE, más que un film de horror, es un acercamiento a este género a través de la fascinación e influencia que puede llegar a ejercer el cine sobre psiques distorsionadas. En este caso, seguimos a Sylvain, un tímido y solitario joven que se encarga de todas las funciones de un pequeño cine de arte y ensayo. El inminente cierre lo cierne en una extraña incertidumbre, pues Sylvain literalmente "vive" dentro del cine; sin embargo, su secreto es otro muy diferente, y tiene que ver con un intrincado fetichismo, que lo lleva a matar a jóvenes y cercenarles una oreja, siempre con un pendiente, y que guardará como trofeo. Pese a su corta duración, el ritmo de Achard es sumamente pausado, incidiendo en los motivos de este asesino en serie, que nunca demuestra odio o ensañamiento, sino que parece buscar infructuosamente reconstruir escenas que pertenecen al pasado, y que se confunden con los fotogramas de viejas películas. Un film inquietante, gélido en sus formas, de una violencia triste y aposentada en un puñado de imágenes en las que el pasado y el presente se mezclan como los haces de luz de un proyector.
Cuesta entrar en ella, pero merece la pena encontrar un cineasta tan personal e insobornable.
Saludos.
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