miércoles, 18 de octubre de 2023

Raoul Walsh. Escribir la Historia #53




THE ENFORCER es una de esas películas verdaderamente extrañas, al menos para entenderlas desde el punto de vista de las producciones norteamericanas, sean éstas de grandes estudios o de serie B. Concebida como el proyecto personal del productor Milton Sperling, hoy día hablaríamos de "cine de autor" o "anomalía de género", pero en 1951 sólo parece una apuesta por consolidar un excelente guion (de Martin Rackin) con la mano firme de un maestro, nada menos que Raoul Walsh, que sin embargo fue contratado con el rodaje iniciado por el francés Bretaigne Windust, aplicado director de escena que intentaba hacerse un nombre en Hollywood, pero que no podría haber llegado a las cotas de Walsh, que erige un monolito de cine negro en torno a otro coloso, un Humphrey Bogart con carta blanca para incluirse en lo que él quisiera. Su serpenteante guion nos llevaría sin dudarlo hacia títulos más actuales, con una estructura desencajada, prácticamente un gigantesco flashback, mediante el que vamos desentrañando poco a poco la obsesión de un inspector por condenar a un tipo del que no sabremos nada hasta los últimos minutos (dejar fuera de campo al antagonista, como recurso posmoderno). El desfile de secundarios perfectamente hilado, los callejones sin salida, luego explicados por asociación de ideas, o el inquietante desenlace, deudor del mejor Hitchcock, convierten este poco conocido film en una joya a descubrir. En mi opinión, no es una obra maestra por recordar demasiado a AL ROJO VIVO, solo que con unos roles invertidos, pero es una película sorprendente en cada una de sus decisiones, y me atrevería a afirmar que casi una precursora de eso tan escurridizo del neo-noir, y más concretamente la última hornada proveniente desde Corea.
No se la pierdan.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!