Es cierto que no puede considerarse MONTANA, de 1950, estrictamente como una película de Raoul Walsh, que tuvo un papel de "director de soporte" para las escenas más difíciles, mientras que el acreditado fue Ray Enright, eficaz artesano que aquí hizo uno de sus últimos trabajos de dirección. Historia atípica para un western, que mezclaba a terratenientes y ganaderos de ovejas, más parece un trémulo ensayo en el alambre sobre qué podría salir mal. Errol Flynn en su despiadada cuesta abajo, y una Alexis Smith que siempre daba mejor como secundaria; ambos protagonizaban este presuroso film (apenas hora y cuarto), con el tiro en el pie de dos desconocidos que se atraen y luego se odian a muerte, que cantan una canción a dúo y se quedan petrificados en una escena de baile como un coitus interruptus. Como sea, el caso es que MONTANA funciona como pequeña curiosidad, nada de gran relato de género, y podría ser el piloto perfecto para una serie con este argumento: "Rica propietaria, prometida con un despiadado terrateniente, conoce a un ufano ganadero de ovejas australiano, que se pregunta por qué esos simpáticos animalitos son tan odiados allá donde va". Es, ya digo, un film que se ve de una sentada en una tarde ociosa, sin sobresaltos y sí la constatación de cómo, en el caso de Flynn, el profesional era capaz de ponderar incluso su ruinosa vida personal.
Mejor incluso de lo que quiere ser.
Saludos.
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