lunes, 12 de noviembre de 2018
AHS 1
Bueno, que me dicen por aquí que mucho caimanismo y pocas series, y yo no sé qué quiere decir eso, porque no soy más que un bloguero a la antigua usanza (ya somos prácticamente unos clásicos) y la cosa esa del cine me tira de siempre, claro. Pero también puede ser que me haya estado perdiendo algunas cosas que no están nada mal en este formato, sobre todo porque no me gusta que me alarguen una trama sin necesidad, y de eso sí que hay mucho en las entregas por capítulos.
Cuando me he aburrido de lo nuevo y de lo viejo, de repente me encuentro frente a una pila de seasons, tragando saliva y abrumado por la titánica tarea de ir a por ello. Sin que me haya epatado de una forma reverencial, la mítica AMERICAN HORROR STORY ha logrado, al menos, instaurar una especie de sello propio, perfectamente reconocible y que luego no pocos han copiado. Y todo pese a que el tándem Murphy/Falchuk (que aquí usaremos como creadores casi únicos, pese a la larga e ilustre nómina de directores) no han hecho más que refreír multitud de obras ya existentes, desde el gótico americano al europeo, las casas encantadas, asesinos en serie, brujería, vampiros y dementes de cualquier pelaje, con un trasfondo sexual enfermizo y un concepto algo nihilista de la insatisfacción general que azota este convulso comienzo de siglo.
La función se abrió allá por 2011 con la que, en mi opinión, sigue siendo la mejor temporada, la primera, titulada MURDER HOUSE y en la que se entremezclaban impúdicamente conceptos supuestamente antagónicos, como las casas encantadas y el fetichismo salvaje. La historia presenta al matrimonio interpretado por Dylan McDermott y Connie Britton, que se mudan a una lujosa casa por un precio increíblemente bajo, sin sospechar que en ella se han cometido unos terribles crímenes. La obsesión de ambos, ya maduros, por tener un hijo se ve extrañamente culminada, aunque en unas circunstancias cuanto menos inquietantes. En este caso, los secundarios se comen literalmente a los protagonistas, incluyendo la genial idea de que la criada sea una mujer de más de sesenta años (Frances Conroy) ante los ojos de ella, mientras que el marido ve a una explosiva y sugerente joven (la tremenda Alexandra Breckenridge); además, está la aportación de Denis O'Hare, que interpreta a un tipo con la cara quemada y unas ideas extrañamente ambiguas. Aunque la palma se la lleva la gran Jessica Lange, que con esta serie vivió un insospechado renacimiento con una serie de personajes a los que ha ido clavando, aunque mi favorito es éste, el de una aparentemente apacible ama de casa y buena vecina, que sin embargo oculta el secreto más terrorífico de esta primera temporada... Ah, y no se olviden del hombre de látex, que parece metido con calzador, pero que con el tiempo se ha hecho ya el gran icono de la serie.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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