Lo que propone Richard Linklater en su nueva película es algo extraordinario. Una vuelta a los motivos que hicieron a BOYHOOD una obra maestra, y que no es otra cosa que esa imposible, escurridiza aprehensión del "tiempo perdido", el mejor de los tiempos. Ese tiempo es nuestra infancia, pero Linklater, aun siendo un romántico empedernido, no se detiene en paladeos almidonados, y prefiere construir una corriente incesante, imparable. Como buen humanista, concibe al hombre como un ente que ha de surcar su tiempo, sólo su tiempo, pero nada menos que "su" tiempo. APOLLO 10 1/2: A SPACE AGE ADVENTURE, es un delicioso paseo por uno de esos tiempos, situado en la década de los sesenta, en la que el director texano vivió su infancia, nada menos que en Houston y en plena carrera espacial. Valiéndose de nuevo de la técnica de la rotoscopia, Linklater logra un sugerente efecto, desde luego borrar cualquier atisbo de impostura visual, como si asistiéramos atónitos a una de esas viejas grabaciones en Súper-8, donde todo tenía su propio ritmo. Mientras el joven Stan, trasunto del director, el más pequeño de seis hermanos, vive la fantasía de ser el primer astronauta en pisar la Luna, se despliega ante nosotros, con astuta candidez, ese mundo ahora tan ajeno. Y ahí está el gran acierto de Linklater, en mostrarnos que tan extraña puede ser la superficie de un satélite como una sociedad que no sobreprotegía a los niños, pero en la que éstos se movían con mayor libertad y curiosidad infinita.
Y es una película extraordinaria porque muchos nos vamos a ver reflejados, mientras una sonrisa cómplice se dibuja ante el visionado de este retrato honesto, que comienza y acaba sin mayores estridencias, igual que nuestra propia infancia...
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario