No es una película de terror, pero lo parece. WE'RE ALL GOING TO THE WORLD'S FAIR habla de la incomunicación, de la soledad, la incomprensión. El miedo, en una palabra. Miedo a no ser aceptado, o a serlo. Tanto miedo como atracción a cruzar esa línea, la que siempre suponemos segura, porque nuestro ordenador nos protege llegado el caso. Con un presupuesto ínfimo, pero el apoyo de gente como David Lowery, Jane Schoenbrun presenta su ópera prima en festivales de medio mundo. Apoyada en el sorprendente debut de la joven Anna Cobb, se trata de una película que adopta el aspecto de lo que nos ofrecen los nuevos medios de comunicación, incluso los más oscuros y restringidos. Pero hay un recato, una tendencia, precisamente, a mantenerse a este lado de la línea, y quedarse con el trazo (grueso) psicológico, que tiene sus mejores momentos en las conversaciones entre Casey, una adolescente demasiado sola, insegura y curiosa, y la voz masculina que, según le dice, ha quedado fascinado con sus videos, pero también le advierte de no ir más allá en ellos. Es, fundamentalmente, puro cine indie, incómodo, moroso, pero que tiene sus cosas interesantes, como dar visibilidad a "eso que no imaginamos que hacen nuestros hijos"; y más allá de algunos fotogramas impactantes, nunca logra elevarse sobre su precariedad de medios, imagino que autoimpuesta.
Se puede ver, sobre todo por su actriz protagonista, que por lo que he leído podría ser un nombre a seguir próximamente.
Saludos.
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