En un momento particularmente significativo, la vecina de Julia, que ostenta un empoderamiento que luego no es tal, le dice a ésta que más vale pasar por una loca a la que nadie cree, que con un cuchillo clavado y un "te lo dije" como última frase. Ese es el tronco de WATCHER, debut en el largo de la directora Chloe Okuno, a la que pudimos ver recientemente en un segmento de V/H/S/94, y que apuntaba maneras en un lejano pero excelente cortometraje. WATCHER nos sitúa en la fría y desangelada Bucarest, a la que llegan Julia y Francis, que ha aceptado una suculenta oferta de trabajo, al tener la ventaja de hablar rumano gracias a su madre. Lo primero que se nos viene a la mente es el motivo hitchcockiano, con la llegada al apartamento, el enorme ventanal, y la sensación, creciente, de que alguien observa desde enfrente. Esto es aprovechado para indagar en el abandono que Julia va sintiendo progresivamente, con un marido que pasa todo el día en el trabajo y la dificultad para comunicarse en un idioma que no conoce. La presencia en la ventana, enigmática, apenas insinuada, adquiere otra dimensión tras el truculento asesinato de una joven en ese mismo edificio, lo que pone en alerta a Julia, mientras asiste atónita a los chistes (en rumano) que su marido comparte con unos compañeros mientras cenan. Así, Okuno juega hábilmente al despiste, y sólo nos ofrece lo subjetivo, la mirada de una mujer asustada y desasistida, y nos deja que saquemos nuestras propias conclusiones, que reflexionemos sobre lo repugnantes que son quienes obvian a las mujeres, llegando a tildarlas de "locas". De todas formas, WATCHER es esencialmente un film de terror, con algunas curiosas metarreferencias (la sugerente Maika Monroe suplicando "me ha estado siguiendo"), y un final que puede resultar estomagante, pero que no deja a nadie indiferente, y presenta a una cineasta con una mirada a la que habrá que prestar atención.
Saludos.
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