jueves, 13 de junio de 2019
La absurda espera
¿Dónde se había metido Lucrecia Martel? ¿Por qué la tortura de jugar a hacer "El Eternauta"? Y sobre todo ¿Cómo ha podido hacer una obra maestra como ZAMA y luego como si nada?... Preguntas insolubles, invaluables, vanas. Como la kafkiana, quizá beckettiana... ¿debería decir mejor conradiana? ¿faulkneriana?... No sé, pero sé que "Zama", la novela, es una de las más grandes novelas del siglo XX, y de todos los tiempos, que así dicho tira para atrás, pero que no tendría que ser un obstáculo para una adaptación, sino todo lo contrario. La diferencia con otras tantas adaptaciones mediocres, cuando no directamente inservibles, es que Martel es capaz de "recrear" por completo el absorbente y venenoso entramado verbal de Antonio Di Benedetto, alejado de las venusianas cefaleas selváticas de otros escritores sudamericanos, perdidos ellos mismos entre el abigarrado verde y las chicharras lejanillas. No. Di Benedetto/Martel se centran en la triste figura de Diego de Zama (un prodigioso Daniel Giménez Cacho), una especie de funcionario del XVII, enviado a lo que luego se conocería como Paraguay para "alguna cosa de cierto interés", aunque lo único que espera es ser conferido a un puesto mejor en Argentina, donde las condiciones de vida no son tan precarias. Netamente configurada en dos partes bien diferenciadas, ZAMA comienza presentando la tediosa vida de Don Diego, un hombre esencialmente aburrido, que se distrae espiando a las damas, aunque nunca consiga favores de ninguna y sea refractario a las negras y mulatas. Aquí se imprime el fatigoso destino del funcionario, presa de un infortunio permanente, ignorado en sus súplicas y determinado, como único modo de obtener relevancia ante un rey de España más lejano y absurdo que nunca, a apresar a un peligroso y cuasimitológico bandido, del que oye hablar sin cesar. Es ahí donde se gesta la segunda parte, menos contemplativa y repleta de imágenes fascinantemente rodadas en plena selva. Es necesario señalar el trabajo del portugués Rui Poças en la fotografía y del habitual de Martel, Guido Berenblum, como mwzclador de sonido, un sonido que casi puede llegar a masticarse.
Excepcional película de una excepcional directora. Y lo que es mejor, no tiene nada que ver con nada que Martel haya hecho antes. Esperemos que no vuelva a demorar tanto...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
4 comentarios:
fue criticada a este nivel, siempre bien... y no la vi.... debería hacer lo y tu entrada ya casi que obliga ja... saludos...
ah y viste la última de Almodóvar? digo sin prejuicios ni Sirk que valgan jaja... saludos...
Yo es que con Almodóvar me llevo... digamos que regular. Hay cosas suyas que me fascinan y otras que me irritan. No sé, no soy quién para discutir su talento como creador, pero uno atiende a su trayectoria y ves cómo no ha podido salirse un milímetro de lo que domina, y en ese entido me parece algo conservador. Será eso o que lo que él hace es una depuración de algo que ya se ha hecho muchas veces.
Una vez dicho esto, claro que la veré, en cuanto pueda, pero no tengo prisa por ello.
Lo que sí estás tardando es en ver ZAMA, porque te estás perdiendo una obra maestra de este siglo...
Un saludo.
ZAMA es estupenda. Tiene el aval gusano aunque ni lo necesite ni nadie lo haya pedido.
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