lunes, 11 de marzo de 2013
El acto inmanente
HOW TO SURVIVE A PLAGUE, que competía por el oscar al mejor documental, conserva intacto (supongo que intencionadamente) cierto aire descuidado, falsamente amateur, que lo salva de caer en una mediocridad medida por su propia intransigencia narrativa. Casi podríamos decir que el lema principal no queda apoyado por lo que supuestamente va a contar, que no es otra cosa que la terrible plaga que el SIDA ha sido desde su descubrimiento en los años ochenta, sino en el activismo surgido "espontáneamente" en Estados Unidos y conformado por numerosos artistas, intelectuales, periodistas e incluso médicos. Y más aún, este documental tosco, fiero y con muy malas pulgas, tiene su gran baza en hacer valer su "retrato de la obstinación", precisamente la que logró que el gobierno finalmente invirtiera el dinero necesario en la lucha contra esta enfermedad. No hay medias tintas. En grupos como Act Up o T.A.G. entendieron que no había tiempo, y que la acción directa era el único camino para revertir una situación que muchos no dudaron en calificar como poco menos que apocalíptica. Éste es un documento que homenajea explícitamente a aquellos activistas que mantuvieron un desigual pulso durante más de una década, a los que lograron sobrevivir y a los que no; y su mensaje es claro y contundente, no tan emocionante como esclarecedor. Sin embargo, si le echo algo en falta es la decisión (consciente supongo) de no expandir el campo de visión; una vez está expuesto el tema y los personajes llegan a sernos incluso familiares, algún punto de fuga hubiese enriquecido el resultado final, aunque entiendo que, dada la seriedad de lo que se está hablando, para un director, que además fue activista, sea complicado apartarse del manual. Interesante si se quiere saber más sobre el tema, en todo caso.
Saludos en buena forma.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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