ANTROPOPHAGOUS... GOMIA... SAVAGE ISLAND... TERROR EN EL MAR EGEO... Con esa pila de nombres conocemos una película cuyo mito es directamente proporcional a su infame calidad fílmica. Dirigida por el inefable Joe D'Amato, aunque fue concebida junto a George Eastman, otro que tal, su encadenado de horrores se limita a disponer de más de una hora en la que no ocurre prácticamente nada, excepto ver a gente andando, yendo en barco o hablando banalidades. He hablado abundantemente del anticlímax, de la dificultad de mantener la atención del espectador haciéndole prometer algo que no llega... hasta que llega. Aquí no llega, o mejor dicho, llega ya al final y no es casi nada de lo prometido. No entiendo esa fama de película maldita, censurada, cuando lo truculento son un par de máscaras de goma y unas cuantas tripas diseminadas por ahí; nada que no hayamos visto antes, ni después, y mejor estructurado. Me quedo si acaso con la comedia involuntaria, con una señora embarazada en tacones, con un malo que no se sabe qué hace ni por qué, por ir a buscar medicamentos en plena noche armado con un cuchillo, por los diálogos de parvulario. No, no es lo que el excéntrico cartel promocional anuncia, aunque la escena de marras salga ¡faltando dos minutos para el final! Es un exploitation de tantos, con poca gracia, y que además nos desvela por qué nadie conoce a Tisa Farrow, aunque sea hermana de Mia...
Los encuadres les darán dolor de cabeza, la música también.
Saludos.
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