Debe ser signo de estos tiempos, ineludible además. Que una película sin problemas de ritmo ni exceso de ambición, por el insistente martilleo de las multinacionales, acabe pareciéndose más bonita de lo que es a sí misma, y por tanto patinando en un final que dejaré en ridículo. THE POPE'S EXORCIST es Marvel antes que la riada iniciada por Friedkin, y no desbarra más por el despliegue de Russell Crowe, absolutamente estupendo en la piel de un exorcista que existió en la vida real, pero que nadie vería como este paladín de modos más bien heterodoxos. A un ateo debería gustarle, aunque sólo sea como un simple entretenimiento, con el riesgo de ir hacia el placer culpable. Curioso, pero no. La primera hora tiene su nosequé, de serie B con posibles, de terror con algo de tibia comedia, como no tomándose muy en serio. Además, el Papa es Franco Nero, Crowe se pega lingotazos de whisky antes de entrar en faena; y suena The Cult, y Faith no More... Hasta ahí no está tan mal, pero los directivos lo son, entre otras cosas, por lo de la traca final, echar el resto en lo pirotécnico, cuando seguramente no hacía falta.
Se puede ver una tarde de esas muy aburridas, casi asténicas. Poco más.
Saludos.
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