martes, 6 de septiembre de 2022

El color tras la máscara


 

No sé si han visto WATCHMEN, la serie. No sé si la han visto, digo, o si esperaban, caso contrario, una especie de sucedáneo de la linotipia perpetrada por Zack Snyder. Nada de eso. WATCHMEN, la serie, es un artefacto tremendamente raro, capaz de adueñarse del espíritu de la obra de Moore pero sin profanar su cuerpo. Esto es: muy original, tanto que cuesta unos cinco episodios (de un total de nueve) darse uno cuenta de que, efectivamente, sigue en esa misma línea argumental. Y me basta ponerles en situación, con una acción que transcurre en la actualidad, donde Robert Redford es el presidente de los Estados Unidos, la policía ha de ir enmascarada, y las tensiones raciales se mezclan con el odio latente hacia los "vigilantes", que podrían ser un recuerdo... o no. E insisto, no es hasta pasados algunos episodios que el cuerpo de la obra original se adueña de la narración, pasando del policíaco a un fantástico retorno a los personajes originales, algunos más velados que otros, pero todos cohesionando el relato y fabricando un desenlace que dejará a los fans con una sonrisa cómplice. Es una serie arriesgada, comprometida, que no teme pisar su propio terreno, justo para no convertirse ni en un sobado homenaje, ni en una simple revisión oportunista. Es otra cosa, y es absolutamente magnífica... por si no la vieron, como es mi caso.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!