El contrapunto perfecto a la pomposidad y engolamiento de lo de ayer, bien podría ser lo de hoy; pero lo de hoy, les digo, aun yéndose al otro extremo del tablero, también queda como exposición firme de qué no hay qué hacer para contar una historia. Aunque la cosa de la narrativa sea lo menos importante en UNHINGED, una película que podría haber tenido todo el sentido en la Carolco de mediados de los ochenta, pero que hoy día es peor que un pastiche, prácticamente una parodia involuntaria. Mi percepción es que han querido tirar de ametralladora con el freno de mano puesto, o plantar un pie en el cine del exceso y otro en el de la moralidad; ambos son terrenos discutibles si no hay una historia sólida detrás, y ahí vamos. Sí, porque ves a Russell Crowe haciendo de psicópata y piensas que el efecto pretendido era revolucionar su habitual registro de héroe, pero lo que va cobrando forma es otra cosa, que en manos más hábiles podría haber tenido su gracia. Mario era (y sigue siendo) el protagonista de un videojuego que se hizo astronómicamente popular con una premisa muy sencilla. Este tipo caminaba hacia la derecha, saltaba, se agachaba, digamos que componiendo una teoría involuntaria del elogio de la segunda dimensión, y funcionaba. Aquí ocurre lo mismo desde una escena inicial impactante y enigmática, a partir de la cual se establecen impagables oportunidades de complejizar una historia que, lamentablemente, es una tontería repleta de bestialidades, E insisto, ni siquiera es tan bestia como pretende.
Fallida, pero tiene su gracia ver a Crowe de perfil, como un Mario cabreado, en serio...
Saludos.
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