BLACK BEAR es una película sobre gente que se lleva mal, o sobre gente que no sabe llevarse con los demás, o sobre gente que no está bien ni consigo misma. Si es así, se puede entender algo de su confuso metraje; porque hay otra intención, la del émulo a MOTHER, de Aronofsky. Película que no me gustó mucho cuando la vi, y que ésta eleva a la categoría de obra maestra. Escindida en dos partes muy diferenciadas, la primera nos cuenta la llegada de Allison, una supuesta directora y actriz indie, al retiro rural que regentan Gabe y Blair, que esperan un hijo. Allison es la única huésped, y pronto entabla conversación con la pareja, aunque su carácter complicado hará que la cena se torne en un retorcido festival de escupitajos y confesiones, bajo los efluvios de varias botellas de vino. Sin desvelar nada más de esta parte, nos vamos de repente a la segunda, en la que todo se invierte. Allison es la actriz principal y esposa de Gabe, director de la película que ruedan en el mismo paraje idílico, y Blair (aquí sin embarazo, claro) es una secundaria, por lo que los roles quedan invertidos, o eso creo yo. BLACK BEAR tiene un pequeño gran problema, que es hacer inteligible su ambicioso retrato de, intuyo, una creatividad en crisis, que se frustra cada vez más, echando la culpa a su entorno de su propia incapacidad, en una duda y desconfianza constante. Parece desarrollarse en un plano puramente emocional, o mental, pero la alegoría, por minuciosa, se queda corta, o no termina de encajar bien las piezas y dar forma con rotundidad a esta pequeña película, de amaneramiento mumblecore, pero que esconde a un director y guionista (y actor, claro) que parece querer ir dando pasos más amplios. Esperaremos algo más de depuración por su parte.
Saludos.
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