jueves, 14 de febrero de 2019
Familia sangrienta
El tema de las bandas de gangsters de corte más o menos familiar, siempre ha sido un tema recurrente en el cine norteamericano, fascinado con estos personajes trágicos y marcados, resignados a lo efímero de su felicidad y su destino, que suele acabar no del todo bien. Los años 30 fueron especialmente violentos y proclives a la generación de este tipo de bandas, que adoptaba la esencia de la mafia italiana, con un reglaje interno inquebrantable en torno a "La Familia". Y en 1971, Robert Aldrich, que se movía como pez en el agua en estos terrenos pantanosos, adaptó la primera novela del británico James Hadley Chase, "No hay orquídeas para Miss Blandish", titulándola THE GRISSOM GANG. Las similitudes con el mito de Ma Baker es evidente, aunque el trasfondo del guion escrito por Leon Griffiths es de una profundidad psicológica impresionante, ahondando en las diferentes personalidades para elaborar un retrato crudísimo de un asunto sórdido y ahogado. Cuenta el secuestro de una joven por unos maleantes de poca monta, con la intención de robarle un lujoso collar, pero esto llega a oídos de la banda de los Grissom, que los elimina y retienen a la chica para pedir un rescate, ya que su padre es un rico magnate. A partir de ahí, la película cobra fuerza con el improbable enamoramiento de Slim, el hijo pequeño de los Grissom, de bastantes pocas luces, pero que se convierte en un obstáculo para Mamá Grissom, cerebro de la banda, cuyo plan pasa sólo por cobrar el rescate y liquidar a la chica. Una película, ya digo, que no es de las más conocidas de Aldrich, pero que tiene una agilidad narrativa que yo personalmente echo mucho de menos en el cine de género actual, además de dignificar a un director que optó por prescindir de grandes estrellas y prefirió dar todo el protagonismo a algunos de los secundarios que habían aparecido en mayor o menor medida en sus películas.
Absolutamente recomendable.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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