sábado, 26 de octubre de 2013

La vida en un cuarto de juguetes #3



En 2010, Pixar decidió dar por finiquitada (o eso creemos) su franquicia más famosa y emblemática, y no se nos ocurre una manera mejor de hacerlo que dándole la vuelta al típico concepto americano de "película comercial de éxito" con un guion tremendamente ingenioso, obra de Michael Arndt, que cuatro años antes había ganado el oscar con LITTLE MISS SUNSHINE.
Andy se ha hecho mayor; se va a la universidad y debe decidir qué hacer con todos los cachivaches que inundan su cuarto, y por supuesto sus juguetes irán al ático... o a la basura. La primera vuelta de tuerca la encontramos en la accidentada huida de los juguetes, que terminarán en una "idílica" guardería llamada Sunnyside, donde un oso bonachón les dará la bienvenida al lugar de sus sueños, donde los niños no pararán jamás de jugar con ellos. Sólo Woody recelará del asunto y se marchará, descubriendo después que las intenciones de los juguetes que ya estaban en la guardería son muy diferentes. A partir de aquí, hay un despliegue de analogías asombroso: la guardería como supuesto retiro y convertido en infierno; la disciplina militar impuesta por un Buzz Lightyear "reseteado"; el divertidísimo (y muy mordaz) affaire entre Barbie y Ken (la aparición de éste en su mansión es uno de los grandes momentos de la película) y el nada infantil episodio narrado por un payaso que ha perdido la sonrisa después de haber sido abandonado por su pequeña dueña. Por supuesto que hay acción trepidante y las técnicas de animación alcanzan un punto de perfección (qué complicado es recrear una recreación y hacerla realista) que no se había visto anteriormente. Además, todo lo que en cualquier película resulta trillado y muy visto (las situaciones límite; los malos con piel de cordero), brilla y sorprende en este episodio final que se ve en un suspiro con cara y ojos de niño (como debe ser) y cuyo tramo final te deja un nudo en la garganta difícil de superar. Uno, a esas alturas, se ha enamorado profundamente de Slinky, el señor y la señora Potato, Bo Peep, el adorable Rex, Hamm el cerdito, los aliens del Planeta Pizza, el pobre pingüino Whezzy, la impulsiva Jessie y su caballo Bullseye, los soldaditos de plástico (dios, cómo me gustaban de pequeño...), Barbie y, cómo no, una pareja que forma ya parte de la Historia del Cine (con mayúsculas), Buzz Lightyear y Woody. Su peripecia, sus palabras, sus acciones, conllevan mucha más humanidad que la de la mayoría de películas con actores "reales" que vemos; y esto nos lleva a replantearnos muchas cosas que dábamos por sentadas... como, por ejemplo, si nuestra niñez no nos mira de reojo cada vez que hacemos el gilipollas.
Y lo digo ahora para que nadie me lo pida: una trilogía magistral.
Saludos.

2 comentarios:

David dijo...

Pues sí. Casi diría que tan buena o más que la primera, porque encima los personajes tienen un pasado o un añadido que ya les conocemos, y eso se sabe manejar bien. Además, las referencias al cine de terror (como en la primera con los "freaks") y como bien señalas esas situaciones límites tan bien desarrolladas y llevadas...
Coincido una vez más. una trilogía magistral.
PD: No sabía que fuera el guionista de Little Miss Sunshine (esa estuvo bien; pero esta es mejor).

dvd dijo...

¡Pero mucho mejor!...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!