... Recuerdo que tenía como catorce o quince años. Recuerdo que tenía un carnet verde con el que sacaba libros de una biblioteca que ya no existe, al lado del corte inglés. Que en clase de lengua el maestro mencionó casi de puntillas EL BOSQUE ANIMADO, de Wenceslao Fernández Flórez. Que lo anoté en un cuaderno de una raya, casi inconscientemente. Y que un par de semanas después estaba leyendo el libro. Y que era de Austral. Todo eso recuerdo.
Luego pude ver la película. Y el irreal, surreal, onírico, poético, festivo, agreste y ensortijado mundo de Fernández Flórez cobró inusitada vida de la mano de José Luis Cuerda, un tipo al que habrá que reconocer de una puñetera vez. Y donde había unos actores asombrosos, quizá la última gran generación de actores y actrices antes de la debacle teleserial. Y Afredo Landa, un grande, un icono, un 4x4 de la interpretación, gritaba "¡Alto ahí, me caso en Soria!". Y era Fendetestas, ese pobre hombre que se hizo bandido para comer y porque, según él, era un hombre libre, aunque todo el mundo al que asaltaba ya le conocía y tenía menos dinero que él, así que Fendetestas se apiadaba de ellos, y hasta les daba conversación. Hasta conoció un día a un aparecido, Fiz Cotovelo, con los algodones en la nariz y todo, que había perdido la pista de la Santa Compaña, y hasta a dicho aparecido ayudó Fendetestas el bandido. Y estaban los pazos, piedras centenarias de gris resaltado por entre un verde infinito, inacabable. La niña que hace de todo para sustentar a la familia, y un pocero cojo que se enamora mientras echa aceite en su pierna de madera para que no chirríe. Y Fernando Rey haciendo de adinerado todo vestido de blanco, como corresponde al tiempo y al sitio, o al surrealista Luis Ciges (¡qué grande!) intentando pasar por loco, cuando es el más cuerdo del lugar. Todo encuadrado por la magistral fotografía de Javier Aguirresarobe y la hipnótica música del maestro José Nieto, al que desde aquí reivindico. En fin, una inacabable galería de personajes y situaciones que se mantiene inalterable a lo largo del tiempo como la obra maestra que es, una adaptación imposible con la que sólo podía atreverse otro grande de las letras. Azcona ¿quién si no?
Así que, después de toda esta entrañable retahíla, no me he podido resistir sin poner unas cuantas imágenes.
Saludos animados.
5 comentarios:
A Cuerda hay que reconocerle el haber descubierto a Amenabar. Jejeje. Fernandez Florez es uno de los mayores escritores del siglo XX, aunque un poco ninguneado, quizá por sus filiaciones, no sé. Te recomiendo El malvado Carabel o el ladrón de glándulas
Sí, sí, me pongo manos a la obra y no te quepa duda de que hablaré de la versión de Fernán Gómez...
... Ah, y lo de Amenábar como que me da igual... Ya le hizo su lameculismo particular en TESIS...
Gran película, sí señor.
Me leí el libro hace no mucho y es realmente especial
Aunque todavía estoy intentando entender por qué decía "me caso en Soria" para atracar!
Intentaré ver la película
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