¿Hay algo peor que un blockbuster? La respuesta es: sí, un blockbuster que quiere ser cine de autor. El cine de autor, como se sabe, está muerto y enterrado desde hace algunos años, y Godard aún tiene mucho que decir al respecto, sin embargo, aún quedan unos cuantos ingenuos a los que les tiembla el labio inferior y que siguen recitando gastados mantras acerca del "próximo y esperado matrimonio entre lo intelectual y lo lúdico".
Sí, por fin me decidí y vi THE DARK KNIGHT, así que nuevamente cubro cuota y me irreconcilio con tantos y tantos amantes del séptimo arte que han caído rendidos ante un puñado de imágenes mal montadas y maquilladas por un ruido estruendoso que te pita en los oídos un rato después de acabar la película. Pero voy a ser benévolo con DARK KNIGHT, y mira que me gusta poco esto del dedo arriba dedo abajo, pero es que los precios del cine no hacen más que subir (una de las razones por las que ya no voy al cine) y no es plan que nos la metan doblada y encima digamos que nos ha gustado.
Lo primero es que (esto cansa mucho) tenía que haber durado una horita menos, porque si nos ponemos se podría haber hecho un serial, que es mucho más rentable. Lo segundo es que Christian Bale es el Batman más soso que se ha visto en pantalla, pero como ninguno de los anteriores ha estado tampoco a la altura del atormentado Bruce Wayne, pues por ahí se salva. Luego, como se quieren contar tantísimas cosas, cosas que no tienen importancia pero que parece que la tienen, al final hay una incesante galería de personajes y situaciones que, si no estamos avisados comics mediante, terminan por marear sin aportar nada. Especialmente significativo es el caso de Aaron Eckhart y su ridícula aportación con un Dos Caras metido con calzador, por no hablar de Maggie Gyllenhaal, una magnífica actriz que ni sabe ni quiere estar ahí entre tanto músculo y bombazo. Todo el metraje es una lamentable excusa que gravita en torno a un solo personaje: el Joker.
A los que lo flipen con Heath Ledger les recomiendo que intenten hacerse con una joya del comic, aunque va a ser complicado: The Killing Joke, novela gráfica de hará aproximadamente unos veinte años, creada por el genial Alan Moore y donde se relataba con todo lujo de detalles cuál es el verdadero origen de tan esquivo personaje. Falsear esto es engañar al único espectador que merece ser recompensado: el que ha devorado comics de todo tipo antes de que un listillo dijese que la versión definitiva ya está aquí. En este caso, se presenta al Joker como un terrorista, un tipo que sólo quiere sembrar el caos; y al igual que ocurría en la fallida THE FIGHT CLUB, se confunde caos con espectáculo, por lo que una prometedora propuesta sobre anarquía y nihilismo acaba por transformarse en el enésimo truco circense de la temporada. Si querían lecciones de insurrección sólo tenían que releer a Bufalino, que de esto sabe un rato.
Saludos de un murciélago.
1 comentario:
Siento disentir pero a mí me gustó. Y mucho. Irreconciliados pues. ;)
Lo peor, que yo recuerde, fue el excesivo bombo que se le dio a la actuación de Heath Ledger (todos sabemos el porqué; si quieres recibir elogios, muérete) y la triste imagen de Maggie Gyllenhaal (cuando la interpretación de la chica es mala lo único que se le puede pedir a la actriz es que, al menos, sea guapa, y me temo que la Gyllenhaal de guapa tiene bien poco...).
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