Otra de las películas que da testimonio de lo extraño y satelital del cine de Agustí Villaronga en el panorama nacional es EL NIÑO DE LA LUNA, bizarrísima aventura fantástica, compuesta por una fábula tan evocadora como abstrusa. Todo parte de una leyenda, que cuenta cómo la luna traerá a un niño de piel blanquísima a una tribu africana, que será la encarnación de su dios en la Tierra. Esto se lo lleva Villaronga a un lugar inconcreto en Europa, suponemos que a mediados de siglo, centrándose en la figura de David, un niño al que se le presuponen habilidades especiales. David es huérfano, por lo que recala en una institución protectora, que en realidad encubre una sociedad secreta, guardiana de la utopía del superhombre. El film es lioso per se, y un poco demasiado largo, enfrascándose en multitud de recovecos narrativos, que ralentizan su ritmo. Por contra, estamos ante una historia fascinante, en la que un niño que no se sabe cómo ha nacido aguarda su "segundo nacimiento" por influjo lunar. Todo ello con estética cercana al steampunk (ojo que hablamos de 1989), una espléndida fotografía a cargo de Jaume Peracaula (premiada en Sitges) y con el protagonismo nada menos que de la maravillosa Lisa Gerrard, componente del duo Dead Can Dance, responsable asimismo de la banda sonora de este film marciano e imposible de ubicar en ninguna casilla convencional. Merece la pena acercarse a ella, aunque sólo sea por comprobar su carácter precursor y libérrimo.
Saludos.
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