Lucía es bailarina en una macrodiscoteca. Repentinamente, se escabulle, abre una taquilla. Ante ella, una bolsa de deportes repleta de pastillas. Lucía va a robarle a quien no debería, pero así son las cosas, así que Lucía emprende una huida a toda prisa... porque ha sido descubierta. Jaume Balagueró ha sido el encargado de inaugurar este año Sitges, y lo ha hecho con una de sus mejores películas, aunque me consta que casi nadie ha entendido el corpus fundamental de VENUS, un extático paseo por el horror lovecraftiano en un bloque semiabandonado de Villaverde Bajo, y esto es decir mucho. VENUS es lo que es, y a dios gracias, porque el cine del ilerdense gana muchos enteros cuando se descoca y no explica casi nada, dejando al espectador la tarea de reubicar las piezas que se va encontrando, y aquí son muchas, y todas caben en poco más de hora y media. Imaginemos una film de Álex de la Iglesia (aquí oficiando de productor) bien hecho, sin detenerse en regodeos autosatisfechos y con la valentía de quien aún tiene mucho que demostrar. VENUS podría prescindir enteramente del elemento sobrenatural y daría igual, porque la adrenalina disparada del arranque nos llevaría hasta un thriller fatalista y sanguinolento. O al revés, porque el terror, cuando llega, y llega tarde, da bastante mal rollo sin abusar de lugares comunes (esas vecinas de abajo...) ni golpes de efecto. VENUS es la fisicidad de la sorprendente Ester Expósito, en esta producción siempre con un pie en la serie B, de manifiesto en los ingeniosos gags de corte costumbrista, y cuyo metraje pasa en un suspiro, mientras no puedes apartar los ojos por pura curiosidad morbosa.
¿Que podría haber ido más allá? Probablemente, y a lo mejor se habría pasado de rosca sin necesidad. A mí me ha gustado, por su falta de complejos y su sentido del entertainment de calidad. No es poco para un señor que ya lleva unos años demostrando que aquí se puede hacer buen terror.
Saludos.
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