¿Existe el cine cuñado? ¿o cuñadista? Ustedes me entienden. Yo soy cuñado y asimismo tengo un cuñado, y ahí queda la cosa, de momento. Ahora imaginen. Imaginen que son dos estudiantes de cine, con barrillos, camisas de cuadros y una infancia en salones de 100 metros cuadrados. De repente, deciden hacer la película de terror definitiva, con dos cojones, pero como no hay una sola idea realmente original en esas cabecitas deudoras de Starbucks o Apple, se deciden a ir por el camino nietzscheano. Esto es: filosofía a martillazos. El cartel de arriba es suficiente para que yo les diga que ni se les ocurra ver ANTRUM (subtítulo cuñado: THE DEADLIEST FILM EVER MADE), pero no por sus supuestas dotes de maledicencia integrada, según la cual si ustedes la ven se pueden morir. No. Yo les digo que no la vean porque es una mierda pinchada en un palo, tan gilipollescamente hecha que se equivocan hasta en la fecha del supuesto metraje encontrado, que no es otra cosa que un filtro de Bolex, peinados Newton-John y chaquetones del mercadillo. Una bazofia, como diría mi hermano maño, del tamaño de Hungría; y nunca mejor dicho, porque también nos meten con calzador nosequé de un festival en Budapest, y que la gente... no sé, me importa un carajo... No la vean...
Saludos.
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