"Pooka!" es el primer punto fuerte de esta primera temporada de INTO THE DARK. Impregnada del particular y retorcido sentido del humor de Nacho Vigalondo, su historia mantiene las mismas constantes de COLOSSAL, insertando la extrañeza en una realidad que se va tornando absurda, el tiempo suficiente para que la explicación llegue sin avisar. Partiendo de su protagonista, un mediocre aspirante a actor que se presenta a una extraña audición, Vigalondo va haciendo avanzar el relato a medida que vamos conociendo a este hombre, obligado a aceptar enfundarse el traje promocional de un juguete que promete ser la gran sensación de las navidades. El "Pooka" del título es un inquietante peluche, cuya gran novedad consiste en la imprevisibilidad con la que reproduce cualquier frase que se le dice, pudiendo mostrarse alegre o terriblemente enfadado. Inexplicablemente, la vida del actor parece marchar de maravilla, empieza a ganar dinero y hasta conoce a una mujer, separada y con un hijo, con la que quiere montar su propia familia. Sin embargo, algo falla, algo que no logra explicarse, y que tiene que ver con ese estrafalario traje; cada vez le es más difícil vivir fuera de él, fuera del Pooka, y su realidad se transforma, llegando al punto de no saber si lo que está viendo es lo que ve él o el personaje. Y en esta "realidad alterada", Vigalondo transita de lo surreal a lo patético, humanizando lo artificial y viceversa, siempre con esa visión desencantada pero finalmente compasiva que su cine posee. Una historia no tanto de terror, y sí sobre lo difícil que resulta a veces zambullirnos en una realidad que sólo se soporta abrazando sus alternativas, por extrañas que puedan ser.
Saludos.
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