El segundo episodio de INTO THE DARK baja sensiblemente el listón, y augura una cierta complacencia en una serie que sólo rara vez es capaz de empujar sus propios límites. "Flesh & blood" es un batiburrillo de ideas que ya se han hecho antes, y mejor; una especie de juego del gato y el ratón, que sólo mantiene algo de interés durante su primera media hora (ojo, porque son 90 minutos), el tiempo en el que su endeble guion no muestra las cartas. Apoyado en las desganadas actuaciones de Dermot Mulroney y la joven Diana Silvers, el veterano Patrick Lussier (director de saldo en títulos sonrojantes) empieza por mostrar la agorafobia que sufre una joven tras el traumático asesinato de su madre, continúa con la difícil relación con el padre, incapaz de llevar toda la carga familiar, y remata con un giro de guion no ya descabellado, sino directamente anticlimático, pues es mostrado tan pronto (o el episodio es tan largo) que da un poco de pena la falta de sutileza para convencernos de que "lo que estamos viendo a lo mejor no es lo que creemos"... En fin, una lástima, porque en otras manos más hábiles podría haber sido un buen ejemplo de terror psicológico.
Saludos.
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