martes, 11 de octubre de 2016
Las once varas
Otra franquicia superheroica es la de los mutantes marvelianos, los X-MEN, que en un principio fue la que más me ilusionó y luego han ido dando algunos tumbos, supongo que inevitables, manteniendo la dignidad e incluso reinventando una fórmula que se resiste a quedar obsoleta. Su última entrega, X-MEN: APOCALYPSE, tiene un poco de todo esto, lo que hace sus 140 minutos excesivamente inflados, no ya con cosas que habíamos visto en entregas anteriores, sino también con una inexplicable urgencia por tender puentes hacia episodios futuribles, como si esos insertos formaran parte indisoluble del film, hecho éste que ralentiza y despista, por lo que el espectáculo parece más pirotecnia añadida que otra cosa. Lo he dicho muchas veces respecto a Bryan Singer, un director que maneja estupendamente los grandes espacios pero que es incapaz de cohesionar una narración que se dispara en múltiples direcciones. Esta vez, es sintomático que no haya un solo personaje que destaque del resto, excepto el imponente Michael Fassbender, que da la impresión (en realidad estoy seguro de ello) de jugar en una liga a la que el resto no puede aspirar siquiera. Ni James McAvoy, ni Jennifer Lawrence, anecdóticos y acogotados en un rincón del deslavazado guion, ni el notable ejercicio de Oscar Isaac por dotar de profundidad a Apocalipsis, aquel semidios egipcio que retornaba miles de años después para someter y destruir a la humanidad, y que va desinflándose y perdiendo solemnidad hasta llegar a un desenlace que contiene algunos exabruptos y licencias que rozan el sonrojo.
No, esta entrega no va a ser de las más recordadas por los fans, pero mientras la caja siga tintineando... Esperaremos futuras noticias.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Qué tostón y qué villano tan cargante.
La escena al final con Quicksilver es tan ridícula que parece un inserto de Sacha Baron Cohen, o algo así...
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