Supongo que para algunos BLACK PHONE habrá sido decepcionante. No es mi caso. Y no lo es porque ya advertí que Scott Derrickson era un director tosco, tozudo (si me pongo artero, hasta fundamentalista), pero que lograba conectar con "su público" gracias, más que nada, a ofrecer lo que demanda una mayoría; mayoría, creo, que está adimismo convencida de que sabe un huevo de cine, pero se baña a diario en las ignominiosas charcas de la "fórmula implementada y aceptada". Por lo tanto, BLACK PHONE no me ha decepcionado, sino que simplemente ha venido a confirmarme lo antes expuesto, al tiempo que me ha aburrido donde se supone que debería funcionar, aunque no me parece un absoluto desastre ni mucho menos. Me ha gustado cierta estética, dirección de actores, en una interesante búsqueda logicista, menos cautelosa que la de otros "nuevos productos retro". Por contra, el elemento terrorífico no consigue su propósito de embadurnarnos de una atmósfera malsana, por lo que debe recurrir a unos jump scares de tercera división y a las ya cansinas imágenes/émulos de súper8, recurso que empieza a tocar los cojones cosa mala. Mi diagnóstico (y nótese que no voy a desvelar una puñetera línea argumental, porque soy así de respetuoso con los estrenos recientes) es que las discordias narrativas de esta trilladísima historia de terror pueden funcionar bien en la pluma de Joe Hill, porque ahí un buen narrador, con recursos y magín, tiene a su disposición resortes de sugerencia, que al cobrar imagen dejan de ser misteriosos y caen en la pereza funcionarial.
Ni mala ni buena: intrascendente. Y de la opípara ocurrencia del cartel, ni hablo.
Saludos.
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