jueves, 21 de mayo de 2020

Víctimas del sistema



Deberíamos tener más en cuenta a una película como DARK WATERS, pero quizá no sea precisamente éste su momento. "Su momento", y no es baladí entroncar esta nueva muestra de cine de denuncia social con dicha aseveración, porque me da que tras la timidez formal del siempre exuberante Todd Haynes algo de eso hay. Parece la enésima enmienda a la totalidad de un cine, el norteamericano, que lleva repitiendo esta fórmula desde no se sabe cuándo, pero la recubre un misterioso halo de melancolía, de callada resignación, la del anodino abogado interpretado, con tablas de grande, por Mark Ruffalo. Es un caso enorme, real, que fue creciendo como una bola de nieve a lo largo de las dos décadas que llevó su descomunal trabajo de investigación, para llevar a los tribunales a una multinacional, acusada de usar un material nocivo para la salud, conscientemente y tras una probada destrucción de pruebas. Es encomiable lo bien que maneja Haynes el paso del tiempo, una constante en su cine, pero también lo certeramente que otorga su lugar exacto a cada personaje, teniendo en cuenta que éste es un film casi coral, aunque el protagonismo de Ruffalo es indiscutible. Cabe reprocharle lo que parece inevitable por sus características, que es una menos poética y tensión estilística, buscando en cada fotograma una verosimilitud que refuerce esa honestidad que abunda en unos y falta completamente en otros. Es un paso arriesgado, porque hay quien ya la ha tachado de encargo alimenticio (es sabido que los cineastas no comen), puede que los mismos que vieron cine de autor en la Kelly Reichardt de NIGHT MOVES o siguen postrados ante el último Eastwood.
A lo mejor es que, simple y llanamente, no la esperábamos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!