viernes, 22 de mayo de 2020
De la risa congelada
La trayectoria de la directora italiana Lina Wertmuller es, en mi opinión, de las más reivindicables hoy día. Con una carrera que abarca más de 50 años (aún sigue viva con 91), a la dificultad de tener que rodar en un mundo dominado por hombres, se sumaba lo complicado de su procedencia aristocrática, de la que renegó por sus ideas progresistas. Wertmuller fue la primera directora nominada a un oscar, y fue en 1975, por una película hoy injustamente olvidada, pero que no ha perdido nada de vigencia desde entonces. PASQUALINO SETTEBELLEZZE es todo un reto, sobre todo para esa cohorte de "mitad críticos/mitad cinéfilos", que todo parecen saberlo con seguridad insana, y que sobre cada cosa parecen tener una opinión irrefutable. No se entiende, de otro modo, de qué forma afrontar una historia sobre un típico pícaro, de los que abundaban en el período de entreguerras (espectacular, Giancarlo Giannini), con reconocibles ínfulas de todo aquel que se las daba de mafioso o pistolerillo en aquella Italia de Mussolini. Ahí, Wertmuller se acerca sin disimulo al cine de Monicelli o Risi, pero muy significativamente al de Fellini; y aun así, algo sigue sin cuadrar, descolocados ante continuos saltos temporales. Pasqualino es un vividor mediocre, mantenido por sus siete hermanas y su madre, pero que no soporta ver que una de ellas se dedique al mundo del espectáculo; de repente, Pasqualino está en el frente, en algún lugar de la frontera con Suiza, y, apresado por los alemanes, vivirá el horror de la represión nazi, sin saber muy bien a qué bando pertenece exactamente. Una película, insisto, de profunda carga moral, literaria sin ser cargante, y con la maestría de las narraciones de arco amplio, con un sobresaliente uso de una tragicomedia que no me atrevo a descifrar como elegante o zafia, ya que contiene tanta hipérbole cómica como contención dramática.
Es, en definitiva, una de esas películas que uno debería ver, aunque sólo fuera para constatar lo necesaria y refrescante que hubiese sido una mirada cinematográfica femenina. Y aún lo sigue siendo.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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