sábado, 2 de mayo de 2020

Romper el equilibrio



Hay una sabia y contundente reflexión tras las imágenes de HONEYLAND, un extraordinario documental que los académicos, poco sabios ellos, deslizaron a la categoría de "habla no inglesa", dejándola sin un galardón que era suyo. No se aplicaron esa reflexión a sí mismos, pues hablaba de cómo la colaboración tranquila entre las gentes, sin que importe su procedencia, es el único bálsamo para curar este planeta enfermo. Apoyada en una fotografía maravillosa, se nos introduce en el fascinante día a día de Hatidze, única habitante, junto a su madre enferma, de un valle perdido en el norte de Macedonia, donde diariamente recoge unos panales situados en un peligroso desfiladero, con la que elabora una miel purísima, que posteriormente intenta vender a precios ridículos en el mercado de la ciudad. Hatidze es feliz así, recogiendo la mitad de la miel y dejando la otra mitad, con absoluta veneración por las abejas, que al fin y al cabo son las creadoras de su sustento. Sin embargo, ese idilio es trastornado por la llegada de una familia itinerante, un matrimonio turco con siete niños y un considerable número de terneras, que se aposentan en el valle para intentar prosperar. Ella, reticente al principio, se comporta después como buena vecina, e incluso enseña el arte de la apicultura manual a uno de los niños; pero el padre, llevado por la miseria, desoye sus consejos y empieza a recolectar indiscriminadamente, provocando que las abejas se maten entre ellas.
Dicen los directores que la intrusión de los recién llegados fue espontánea, y que viró el documental hacia una deriva imprevisible, ya que la intención era filmar simplemente la actividad de la que es la última recolectora de abejas de Europa. Creámoslo o no, lo cierto es que HONEYLAND, casi sin esfuerzo, se erige como un poderoso susurro de advertencia, avisándonos, como Hatidze, de que agradezcamos y tomemos sólo la mitad...
Maravillosa.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!