martes, 14 de abril de 2020

Desolaciones



TODO ES SILENCIO, penúltimo film de José Luis Cuerda, fue la fehacienra constatación de que el director albaceteño nunca debió separarse de las dos vertientes que mejor manejaba: la memoria sentimental y el sarcasmo retorcido. Lo peor para Cuerda es intentar ser convencional, mundano, narrar con escritura clara, y se le nota demasiado a la hora de construir personajes, además de integrarlos en un ritmo narrativo creíble y fluido. Algo de culpa debió tener también Manuel Rivas, ya que fue el encargado de adaptar su propia novela, experimento que cuando sale bien es excepcional, pero que al contrario es de un ridículo y un relamido insoportables. La primera media hora del film es estupenda (sin exagerar), y se centra en la construcción de un entorno reconocible, la costa gallega, con sus narcotraficantes sobornando a la Guardia Civil, sus tabernas de viño en copa y algo del surrealismo mítico de la zona, que se comprende muy bien en la figura de tres chavales, amigos que transitan diferentes caminos y diferentes familias. Parece improbable destrozar un inicio tan prometedor, pero la vergonzosa elipsis de 20 años, sin asideros ni argumentación alguna, parece dar inicio a otra película diferente, y peor, un culebrón de Mediaset, con lanchas, disparos y gente ininteligible (madre mía lo de Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre)...
No se pierden nada si no la ven. Qué lástima.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!