sábado, 20 de julio de 2013
La brutalidad de la sinrazón
A menudo nos referimos, no sin desconocimiento, a tal o cual película como "realista", entroncándola con un uso de la crudeza que, de no ser medido, puede hacer caer el resultado en el sonrojo más absoluto. Hay una película chilena, del maestro Miguel Littin, que es (o al menos debería ser) un ejemplo para cualquier cineasta decidido y comprometido a llevar al cine un suceso real, y más concretamente un hecho de truculencia probada. En EL CHACAL DE NAHUELTORO, sus angustiosos, opresivos 90 minutos, nos llevarán a la indescifrable mente de un tipo marcado por la miseria, el desafecto y, finalmente, el horror. Con muchos nombres (quizá por no tener ninguno), este personaje cometió unos brutales asesinatos a sangre fría y sin más motivo, aparte de la embriaguez, que una extraña compasión después de que su primaria entendedera procesara que la muerte era lo mejor que le podía pasar a cinco chiquillos una vez asesinada la madre sin tampoco mucho sentido. Sin excusas ni remilgos, Littin aborda con profesionalidad y rigor las primeras andaduras de este tipo, ya una oscura leyenda en todo Chile, y lo lleva desde los abusos sufridos por la explotación y la miseria ya desde niño, a los míseros jornales para comprar el vino barato que mate el hambre y el encuentro que le lleva a convivir con la mujer, también abandonada a su suerte, que desencadenará el trágico crimen. Ya al final, Littin no se conforma con lo narrado y verbaliza una espeluznante denuncia de los estamentos chilenos, incapaces de lidiar con el asunto y limitado a confinar al asesino en una celda mientras espera pacientemente su ejecución, cuando curiosamente, es precisamente el único momento de paz que este hombre conoce; aprende a leer y escribir, estudia y recibe el reconocimiento de sus carceleros como un hombre más cabal de lo que esperaban, lo que abre una reflexión tan difícil de afrontar como incómoda de resolver. Un grandísimo film de un director al que siempre hay que tener presente.
Saludos míseros.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
1 comentario:
ay qué buena es esta peli, madre mía.
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