sábado, 13 de julio de 2013

El inframundo



En esta incansable labor de descubrimiento de valores ocultos del cinematógrafo, me encuentro con COVEN, curiosísimo mediometraje de un señor llamado Mark Borchardt, que se jacta de ser capaz de hacer cine a coste cero, presentarlo en diversos festivales y llevarse algún que otro premio que le permita afrontar su próximo proyecto. En teoría estamos ante una cinta-tipo de terror, pero sus meandros narrativos la llevan a otros lugares menos comunes, y que de haber tenido un mayor peso de producción habría ganado en ejundia. COVEN es casi todo imagen en blanco y negro y foto fija, su grano extraño le otorga ese aire enrarecido, y la indefinición de su argumento la hace más interesante. Como si de un mal sueño se tratara, el protagonista (interpretado, cómo no, por el propio Borchardt) no deja de sufrir alucinaciones en los que constantemente es perseguido y acosado por entidades desconocidas y de aspecto poco amigable; ello se verá agravado por su adicción al alcohol y que le hará ingresar en un centro de terapia, aunque cada pequeño detalle, cada palabra que escucha, le hacen dudar de las intenciones de todo el mundo, convirtiéndole en un paranoico que ya no puede distinguir qué es real y qué no.
COVEN se ve en un suspiro, y si se obvia su pobreza de medios consigue algo muy complicado, como es poner al día la muy gastada fantasía gótica y moldearla a su gusto.
Saludos embrujados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!