jueves, 4 de julio de 2013
Vivir, que no es poco
Un chaval en el Sur de Estados Unidos, camisas de cuadros, camionetas, granjas, grandes espacios... Lo típico de tantas y tantas películas americanas. El chaval tiene un hermano mayor, se va con él a cazar patos y entonces ocurre una terrible desgracia que marcará el devenir de la historia de este muchacho. En THE STONE BOY, Christopher Cain lo tenía más fácil que en otras ocasiones para cargarse con su habitual torpeza cinamatográfica una historia que era carne de telefilm; increíblemente, le sale una película con el punto justo de ternurismo y con una más que aceptable dirección de actores. Claro que todo debe ser más sencillo si se cuenta con un estupendo Robert Duvall, una contenida Glenn Close y un elenco de secundarios tan solvente como Frederic Forrest, Wilford Brimley y Jason Presson, que borda su papel de pequeño héroe que deberá endurecerse ante una vida mucho menos amable de la que un chico de su edad suele tener. Una de esas olvidadísimas películas que sólo unos cuantos han visto y que constataba un par de aspectos: que en los ochenta no todo fue desenfreno y que el señor Cain consiguió el solito cargarse cualquier tipo de crédito obtenido en este correcto film.
Saludos pétreos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario