Cuando rodaron GOODBYE, Mr. CHIPS, Peter O'Toole y Petula Clark tenían exactamente la misma edad, pero él debía aparentar el doble de edad que ella. Era 1969, y la Metro padecía algo así como una "borrachera de musicales", por lo que cualquier cosa era susceptible de ser aliñada con canciones. Incluso la historia de un tipo anodino, un profesor de una prestigiosa escuela británica, al que sinceramente cuesta encontrarle el punto por el que una cantante de musicales "descocados" podría perder la cabeza, abandonarlo todo y casarse con él. Hablamos de un musical que no lo es, sino más bien de un film que no se decide entre el retrato generacional, la comedia romántica o indirectamente simpática. Demasiadas indecisiones, que apesadumbran su ritmo, y lo confía todo al esfuerzo de su protagonista, que estuvo nominado al oscar, al igual que la banda sonora de un por entonces primerizo John Williams, aunque las canciones corrieron a cargo de Leslie Bricusse. A mí se me hace un poco larga (cuando dos horas y media eran motivo de obertura, intermedio y conclusión...), un poco titubeante, como si la historia fuese a contarse sola, y finalmente el empeño de una gran productora por convertir en superproducción una historia más intimista e introspectiva. Ahora bien, no se pierdan los escasos minutos de Sian Phillips, esposa en la vida real de O'Toole, porque son lo mejor de un film que no ha envejecido tan bien como podría esperarse.
Saludos.
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