lunes, 10 de agosto de 2020
El plato que se enfría lentamente
Otra de las sentidas pérdidas que ha tenido el mundo del cine recientemente, es el de la mítica actriz Olivia de Havilland, protagonista de algunos de los títulos más inolvidables del séptimo arte, la mayoría de los que hemos abordado en algú que otro momento. Por ejemplo, THE HEIRESS, obra maestra absoluta de William Wyler, que adaptaba una novela de Henry James (Washington Square), y en la que de Havilland está simplemente memorable, dando una lección de modulación interpretativa y pasando por encima de Montgomery Clift y Ralph Richardson. La película tiene un guion tan bien escrito (Ruth y Augustus Goetz fueron los responsables) que a veces cuesta "pensarlo" en términos puramente de género, y su apariencia de melodrama de época, poco a poco va dejando paso a otra cosa, un insólito thriller psicológico, o incluso un desencajado relato de terror gótico. Y todo ocurre en base a la mirada y gestos de su protagonista, una solterona que ya ha dejado atrás la juventud, y cuyo acaudalado padre mantiene como si fuese parte de su fortuna, recelando de cuanto supuesto pretendiente se le acerque. "Supuesto", pues entendemos que la pobre mujer no ha tenido uno solo en su vida, hasta que se cruza en su camino un joven arrebatador y de modales ineludibles, aunque con un problema fundamental, que hará que su padre se cierre aún más, hasta adoptar términos despóticos. El joven no tiene un céntimo, ni oficio conocido, y de hecho acaba de regresar de Europa, donde ha dilapidado sus últimos ahorros familiares. A partir de ahí, la película se dispara hacia terrenos sorprendentes, ambiguos, mientras intentamos dilucidar si el amor de él hacia ella, mientras la imaginamos lúbrica y ardorosa, es sincero, o la patraña que sólo el padre parece vislumbrar, y que acabaría por hacer aún más infeliz a su hija que si se quedara haciendo bordaditos en casa.
Una cumbre, compleja y rica en matices, y que habla de muchas cosas cuando parece que sólo habla de una. Hay aquí una denuncia feminista, sutil pero desgarrada, y una mirada descreída y algo desencantada hacia cierta tendencia romanticista, idealizadora de unas relaciones basadas en la mentira y la entrega ciega de una de las dos partes.
Maravillosa. Inmortal.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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