sábado, 29 de febrero de 2020

Contra el reloj



Resulta difícil abstraerse de la parafernalia en un film como 1917. Esquivar los motivos estéticos, ignorar que el elefante está ahí, mirando sin mirada animal, nada inocente. No sé si es loable que Sam Mendes haya mutado (no ahora, sino a lo largo de toda su carrera) de sensibilísimo director de corte más bien teatral, a poderoso workman de alcance panorámico. Algo de todo eso hay en esta película, cuyo mayor defecto es soportar constantemente la sensación de ya vista, mientras nuestro corazón cinéfilo se debate entre abandonarse al grandioso espectáculo de una sola toma (no es verdad, pero está bien camuflado), o dejarse atrapar por lo que de verdad marca la diferencia, que es la dirección de actores. Y eso que este es un asunto de máximos, en el que el hombre empequeñece o se engrandece ante el apocalíptico despliegue de una maquinaria bélica incontrolable. Mi opinión particular es que sale perdiendo en la comparación, las he visto parecidas y mucho mejores, pero Mendes siempre tiene dos o tres momentos que sabe hacer plenamente suyos, casi todos apoyados en la fantasmagórica fotografía de Roger Deakins, que merecería por sí sola un punto y aparte. Un film "de guerra", sí, pero un poco disperso en la conjugación del tono; con altibajos en el ritmo, y que curiosamente suele ganar en la baja frecuencia (si obviamos la spoileante secuencia de la carrera, claro), y que al final deja una sensación agridulce, porque no te atreves a decir que hayas visto una mala película, pero tampoco te va a cambiar la vida.
El cine ha cambiado, a lo mejor es a esto a lo que nos tenemos que ir acostumbrando.
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Lo mejor que he leído, hasta el momento, sobre esta película.

dvd dijo...

No hay de qué. Gran halago, viniendo de quien viene...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!