viernes, 13 de junio de 2014
Resistir es crear
Con el tiempo (y contra cualquier pronóstico que yo pudiese haber hecho de antemano) LE PETIT SOLDAT se ha convertido en una de mis películas favoritas de Godard; muy por encima, en cualquier caso, de algunos "clásicos" del cineasta suizo, si es que tal etiqueta procede en su caso. Hablamos de un emotivo planteamiento con el trasfondo de la problemática argelina y la frustración francesa derivada de la incapacidad para gestionar un conflicto que ya duraba demasiado. Aunque nada es lo que parece en el imaginario godardiano, o al menos deberíamos esperar siempre un plus por parte de uno de los cineastas fundamentales para entender qué es el cine, y más, en qué se nos ha convertido. No me resisto a comparar esta estupenda historia de espías, desertores y discos de vinilo con muchos de los títulos más estimulantes del tan mal llamado "postcine", derivando éste hacia su personal interpretación de los géneros, sean "espías", "asesinos a sueldo" y el desencanto metafísico proveniente de la falta de romanticismo actual, que les ha convertido en meros funcionarios de gris eficacia. Lo que Godard propone en LE PETIT SOLDAT (o eso creo yo) reverbera en la imposibilidad de salirse de una organización, como igualmente sería imposible traicionar nuestro subconsciente; en el espionaje se puede (y se debe) mentir, pero es tanto o más importante desplazar la verdad a donde no la puedan encontrar, lo que queda de manifiesto en la larga y angustiosa escena de la tortura. Bruno Forestier es un contraespía, y ha estado pasando tanta información de un lado a otro que se ha convertido en un enemigo para todos; es buscado por todos y todos creen que posee información vital, aunque lo único que desea es irse, desaparecer junto a una joven que ha conocido por casualidad... o no. Por una vez, este antihéroe no es Belmondo, sino un mucho más frágil Michel Subor, y pese a tener una escena que parece calcada de AL FINAL DE LA ESCAPADA (el monólogo-diálogo-cortejo en un espacio único), el motivo empleado para definir a su protagonista se me antoja más potente y creíble. O eso o el fin de los ideales pasados por la dulce trituradora de Anna Karina, claro...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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