jueves, 10 de abril de 2014

Un paseo por la selva de los recuerdos



La Tailandia de Apichatpong Weerasethakul es diametralmente opuesta a la de Winding Refn. No hay saturación lumínica, apenas ningún elemento iconoclasta y sí una vocación absolutamente humanista y que está decidida a celebrar, como suena, la vida de los hombres. Para ello, LUNG BOONMEE RALUEK CHAT (EL TÍO BOONMEE RECUERDA SUS VIDAS PASADAS) comienza de la manera más simple, con el tío del título retirándose a una pequeña propiedad en mitad del campo, pues está convencido de que su enfermedad crónica no va a dejarle mucho tiempo más. Rodeado de los suyos, no parece que la idea de morir lo agobie más que el bienestar de su familia y poder despedirse en paz. Lo que sigue es la aparición del fantasma de su mujer y la reencarnación de su hijo en hombre-mono-espíritu, que le guiarán a través de una serie de cuentos fantásticos hasta poder reunirse con él una vez que fallezca en un remoto lugar, donde se supone que Boonmee nació en otra vida. Si esto no es cine fantástico entonces no sé qué es cine fantástico (de hecho no estoy muy seguro de saberlo), pero el farragoso (y moroso, y basto) estilo de Weerasethakul necesita comprensión y paciencia; comprensión porque casi todo está sostenido por una fe ciega en mundos atávicos y temblores que sacuden la pantalla y hacen que lo imposible sea posible. Paciencia porque el camino es seguro y tranquilo, avanza a su paso y no tiene ninguna prisa por llegar. Si uno quiere ver una película americana, de acuerdo, pero esto es otra cosa; lo que chirría es tener que aceptar que también es cine, un cine que se ocupa de mostrar lo que no vemos, de traernos a nuestras vidas de hormigón y bits un trozo de la jungla, el lugar donde los muertos no atacan a los vivos, sino que los esperan para seguir, quizá, charlando de algo...
Preciosa película.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!