martes, 8 de abril de 2014

El pórtico de los invasores



Parecía imposible, pero lo cierto es que hemos llegado al final del exhaustivo repaso que durante el último mes hemos dedicado a los oscar'14 ¿Conclusión?: mastodónticas promesas e ínfimos pasos (titubeantes pasitos) adelante.
Pero vayamos con la ganadora a mejor película. 12 YEARS A SLAVE, un film que esperábamos ansiosamente quienes hemos descubierto en el director británico Steve McQueen un necesario soplo de aire, si no fresco dada su querencia claustrofóbica, al menos curioso y autosuficiente. Qué recibimiento tendría en tierras norteamericanas el autor de dos obras tan poco acomodaticias como eran HUNGER y SHAME quedó desvelado con creces. McQueen ha aterrizado de pie sin casi pedir permiso. La calidad y rotundidad de sus imágenes están dando, quizá, a la new thing más evidente desde el primer Tarantino; con el que, por cierto, podríamos tender un posible puente sistémico, ya que no semántico ¿Pero podríamos aislar este trabajo de los dos anteriores? porque siento que algo se ha despegado de Steve McQueen, quizá para no volver nunca, y no me tranquiliza. Es cierto que el brutal expresionismo sigue impregnando la pantalla, que de nuevo los rostros tienen una función narrativa primordial y muy por encima de las propias palabras, pero McQueen ha decidido irse a sus propias antípodas y ha cruzado una puerta de entrada tras la cual sólo se puede quedar como héroe o invasor, y no precisamente con los resultados esperables.
Y todo esto está muy bien, pero también hay una película nada desdeñable; puede que un poco repetitiva en cuanto a los motivos que la sustentan, pero con una calidad final innegable y un mensaje que resuena alto y claro a lo largo de dos horas y pico que pasan en un suspiro. Por encima de la epopeya personal de Solomon Northup, un negro libre que fue secuestrado y vendido como esclavo, e incluso por encima de la singularidad con la que nos van siendo presentados los personajes menos importantes (aunque todos lo son en alguna medida) y que sirven de inestimable telar de fondo para dos impresionantes interpretaciones (unos grandiosos Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender), lo que palpita de verdad con fuerza es el mensaje de que jamás Hollywood (el cine americano como concepto) se ha ocupado con rigor de un asunto repugnante y que pertenece a su historia. Y no recuerdo una historia tan corta y tan sangrienta.
Saludos.




PD: Por cierto, jamás pensé que diría... ¡Maravillosa música de Hans Zimmer!...

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!