lunes, 6 de enero de 2014
Poder absoluto
Entre dos películas tan aparentemente alejadas como ROSEMARY'S BABY y THE GHOST WRITER median más de cuarenta años y una suposición testimonial acerca del talento y versatilidad de Roman Polanski para hacer que estos dos títulos colisionen felizmente en un imaginario personal, el suyo, plagado de anatemas y trampantojos. Si en aquélla era un acertado John Cassavetes quien ocultaba una terrible verdad a una Mia Farrow encarnada en símbolo de la pureza mancillada, en la reciente adaptación de la famosa novela de Robert Harris, el juego político, convertido en fortaleza inexpugnable (la misma que refugia al séquito del ex-presidente alrededor de su improvisado biógrafo) supone un retablo de conductas deformes que se sostienen por un sentido de la endogamia tan retorcido como endiablado. Uno no sabe con certeza a qué atribuir esta conexión, pero existe y es, en última instancia, el gran acierto de un Polanski bastante consciente de que enfila ya los últimos años de su carrera. A medio camino del thriller y la intriga pura, THE GHOST WRITER gira en torno a la misteriosa muerte del biógrafo oficial de un ex-primer ministro británico justo en mitad de la redacción de sus memorias, las cuales, se sospecha, bien pudieran contener algún aspecto "delicado". Así que la llegada de un joven escritor de medio pelo como sustituto nos indica que a lo mejor hay líneas que no deben rebasarse. Su improvisada investigación paralela y el extraño vínculo que irá adquiriendo con los personajes que giran como satélites alrededor de un astro rey que poco a poco irá revelándose como un simple títere de algo más grande y, por supuesto, más oculto, supone el gran aldabonazo de esta historia apasionante y tan socarrona como lo está siendo este último Polanski. Finalmente, y pese a algunas licencias de casting (no entiendo qué hace ahí Kim Cattrall), el pulso mantenido por Pierce Brosnan y Ewan McGregor queda excelentemente punteado por una inquietante Olivia Williams y la intervención, ya al final, de un estupendo Tom Wilkinson en ese giro que nos lleva de cabeza a 1968. Está ahí, y no parece casual...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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