miércoles, 14 de noviembre de 2012

Pesca artesana



Si no abordara un tema tan terrible, un vistazo a THE COVE no dejaría muy bien parado al ultraeditado documental filmado por el hiperprofesionalizado (nótense los prefijos) equipo de Louie Psihoyos, que trabajó largo tiempo para National Geographic, y se nota. Se nota en el estupendo trato dado a la imagen, que da como resultado un espectacular trabajo visual ¿El problema de todo esto? Conciliarlo con una denuncia que empieza como una reivindicación ecologista más y termina como una sinfonía de horror teñida de sangre. La respuesta de Psihoyos no es fácil, porque no se puede contentar a todo el mundo, algo que suele terminar con un juego de contrastes tan acusado que se diría maniqueo por defecto. El tema es serio, y no sólo por la tremenda sinrazón de ese recóndito pueblo japonés en el que anualmente se masacran miles de delfines acorralándolos hasta una cala que no ofrece escapatoria, sino por el consiguiente trabajo de investigación, que llevó a pensar que, efectivamente, la carne de delfín, tóxica por su alto contenido en mercurio, se estaba usando como alimento haciéndolo pasar por pescado común. Psihoyos se alía con Ric O'Barry, nada menos que el señor que descubrió a Flipper y que se convirtió al activismo tras ser testigo del maltrato al que se sometía a los delfines, que será clave, pese a que tenía vetado el acceso a Taiji, para el complejo mecanismo usado para colocar cámaras en la cala con el fin de registrar lo que todo el pueblo, inquirido al respecto, niega con actitud sospechosa. Es decir: lo que se puede afirmar es porque se ha probado anteriormente. El documental en sí, sin que pierda el interés en ningún momento, es un poco obvio en su desarrollo, pero la parte final es realmente tremenda, y probablemente deba ser así si se aborda un tema tan delicado como éste, en el que no valen las medias tintas. También ganó el oscar en 2009, pero eso sí es una anécdota.
Saludos bajo el agua roja.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!