viernes, 16 de noviembre de 2012

Ozu en Viernes #30



OHAYO (BUENOS DÍAS), la segunda película filmada por Yasujiro Ozu en 1959, se desmarcaba de sus temas habituales y, en clave de falsa comedia ligera, abordaba un simple enfurruñamiento infantil que le servía para constatar gran parte de los cambios, irreversibles, que Japón iba experimentando a marchas forzadas. El paso de las tradiciones a las nuevas tecnologías, igual que los rígidos sistemas educativos, que cedían por una mayor comprensión de los niños. En apenas tres o cuatro trazos, Ozu describe todo un microcosmos formado por un modesto vecindario, sus habitantes; la escuela y los niños que, camino de la misma, inventan todo tipo de juegos, algunos realmente extraños, como tirarse pedos cuando les tocan la frente, habilidad que creen refinar comiendo piedra pómez... cosas de japoneses. El caso es que hay dos hermanos que se vuelven locos por las retransmisiones de sumo, pero su familia aún es reticente a hacerse con un televisor, así que deciden hacer una huelga consistente en no hablar con nadie, lo que les acarreará no pocos problemas. A su alrededor, la vida se deshilvana con naturalidad; es la perfecta narrativa de Ozu, su facilidad para hacernos ver la cotidianidad como algo extraordinario. Todos los ritos domésticos están perfectamente plasmados, la vida no cesa, las personas en sus quehaceres hablan, conversan, yerran y rectifican; y todo lo que en el cine suele aparecer apresurado, parcial cuando no burdamente incompleto, es el bálsamo del que Ozu se sirve para desarrollar su amor por los seres humanos. Preciosa, humilde y emotiva película. Véanla.
Y la semana que viene aún más. Saludos.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!