jueves, 15 de noviembre de 2012

Preso de uno mismo



GREY GARDENS es uno de esos raros milagros que el documentalista que se topa con ellos no puede dejar escapar bajo ninguna circunstancia. Los hermanos Maysles dieron con una madre y una hija con una historia realmente particular. Edith Ewing Bouvier Beale y su hija Edith Bouvier Beale eran nada menos que la tía carnal y la prima hermana de Jacqueline Kennedy, pero por alguna razón habían terminado (el documental es de 1975) viviendo en una destartalada casona (de la que se extrae el título) junto a la bahía de East Hampton, en Nueva York, rodeadas de gatos, basura y embebidas en un universo ficticio de glamour y glorias pasadas, muy pasadas. Ciertamente hubo un tiempo en que madre e hija gozaron de cierto prestigio a nivel social, codeándose con la flor y nata de lo que entonces era la jet set. El problema es que ambas han sido incapaces de sair de ese pasado y echan la culpa a todo el mundo de su aislamiento, cuando la realidad es que es una situación retroalimentada por una estabilidad mental digamos que poco menos que precaria. No es un film suave, ni mucho menos; sólo hay que valorar el extraordinario trabajo de los Maysles, casi a nivel psicológico, del que logran extraer las situaciones más estrambóticas, aunque todo se revela como la necesidad de la hija, una hija al borde de los sesenta años y que nunca se casó, de desprenderse de la tenaza materna, mientras la madre ejerce un rastrero juego de chantaje emocional, aludiendo constantemente al fracaso sentimental de su hija. En el borde de lo que podría ser el terror psicológico, GREY GARDENS es la crónica de la enfermedad mental en primera persona, pero también el fracaso de esas personas que fueron expulsadas del cielo del famoseo; algo que hoy día nos es familiar, pero que ha existido prácticamente desde siempre. Es muy recomendable, pero advierto que no es nada suave. Además, hace tres años, la HBO realizó una estupenda TV movie con Jessica Lange y Drew Barrymore en una verdadera exhibición interpretativa. Pero esa es otra historia que les contaremos en otra ocasión.
Saludos grises.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!