La filmografía de Steven Spielberg me interesa, mucho; puede que dentro de cincuenta años emerjan mecanismos de estudio que permitan entender el porqué de esa extraña deriva, siempre a caballo entre la comercialidad más descarada y el deseo incontrolado por abrir nuevas vías visuales y narrativas. Y hay una etapa del director norteamericano que conjuga esta especie de extrañeza de manera rotunda; puede que iniciada con SCHINDLER'S LIST, aunque no sea éste uno de sus más apreciables trabajos. Sin embargo, títulos como THE TERMINAL no han obtenido la aprobación de público y crítica, aun siendo un notable salto hacia delante para un cineasta que se resiste a ser puesto fuera de combate por las nuevas hornadas que, admitámoslo, darían un ojo por haber filmado sólo un cinco por ciento de lo que a Spielberg parece salirle prácticamente sin esfuerzo.
A mí me gusta THE TERMINAL, no como película redonda, en su totalidad, que contiene no pocos desmanes y licencias; me gusta esta tristísima historia acerca de un curioso caso, mezcla de "hombre burbuja" y agrimensor K, porque Spielberg parece darse cuenta de que el siglo XXI se revela como incompatible para aquellas preciosas fábulas de mediados de los ochenta, donde los violines eran capaces hasta de marcar una línea de diálogo. Sí, claro que me doy cuenta de que también en THE TERMINAL están incluidas las habituales fanfarronadas paternalistas que, en más de una ocasión, han dado al traste con alguna que otra idea interesante. Spielberg juega a ser maduro, pero no puede evitar que la fantasía se instale hasta en el interior de una fría y aséptica terminal de aeropuerto, y esto se puede comprobar con la determinación de un Tom Hanks (y éste sí que es uno de sus mejores papeles) por hacer de la resignación un elemento de combate silencioso. Algunas imágenes, donde este hombre atrapado por una absurdidez burocrática, retratan no más que la cotidianidad del día a día, nos traen a la memoria a aquel Chaplin vapuleado que sigue manteniendo las formas pese a todo y a fuerza de no ceder a una locura asomada desde esos inmensos planos que muestran la pequeños e insignificantes que somos.
Saludos aeroportuarios.
2 comentarios:
Es que ese toque de Spielberg es imitable pero imposible de igualar.
Yo debo ser muy raro, pero es de las que más me gustan suyas; será porque no hay rayos laser ni marcianos ni nada...
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