ALICE IN WONDERLAND es la razón definitiva de que mi opinión sobre Carlos Boyero, de profesión crítico de cine, se haya reforzado y casi paralizado para siempre; mi opinión sobre Carlos Boyero es que tiene una jeta de cemento, por mucho que a la mayoría de nosotros nos gustase vivir de lo mismo que él, que es de subir o bajar un pulgar a capricho. Yo, como no soy "crítico de cine" (necesitamos una definición para esto ya; a ser posible en el María Moliner), y es seguro que no lo seré jamás, me permito estas licencias a modo de eructo resentido contra el estado del cine, capaz de corromper a casi cualquiera que se asome a sus fétidas fauces de líquida felicidad. Y el último en caer ha sido Tim Burton, al que ya no espero más, porque bastante bien hablé de SWEENEY TODD, pero uno no puede adaptar a Carroll (partamos de la base de que Carroll es inadaptable) a base de coger los términos más excéntricos de la obra original y ponerlos ahí, delante de las narices, para que un chaval diga por dentro: "¡Qué inteligente, mira lo que ha dicho!". No, porque ALICE IN WONDERLAND versión Burton'10 es un telefilme de pacotilla, con un desarrollo tan lineal como vergonzante, con la peor partitura de Elfman en años, con dos o tres de las interpretaciones más sonrojantes de la historia del cine (Depp, Hathaway y Bonham-Carter están para... ¡que les corten la cabeza!). Pero lo peor de todo viene firmado por Burton, porque, curiosamente, Burton abre este desaguisado brillantemente, con la puesta en escena de una boda victoriana que me recordó por momentos a Ivory o Lean, y que pone el listón alto por el hábil empleo de los diálogos encadenados. Sin embargo todo es un espejismo. Burton se doblega a la servidumbre y entrega un pastelazo de dos horas que da dolor de cabeza y aburre, que emociona menos que un Eslovaquia-Nueva Zelanda y que termina en la consabida/inefable batallita estilo LORD OF THE RINGS que tanto se lleva ahora y que ya hace que te revuelvas en el sillón y resoples indignado.
Sí, señor Boyero, estamos ante una basura de consumo y olvido rápidos, un engranaje para hacer caja, así que a ver si dejamos de decir que qué bonito es el colorín ése que asoma por la esquina, que ya somos mayorcitos...
Saludos nada maravillosos.
5 comentarios:
Es que Burton se ha acomodado, pues se le ha puesto por las nubes durante tantos años, que si su estilo por aquí, su rebeldía por allá, que al final cree que por su simple firma en una película, ésta tiene ser poco menos que un gran ejercicio de estilo cinematografico.
es muy mala...
Es de lo más aburrido que me encontrado en los últimos años. Una auténtica tomadura de pelo.
Lo que plantea dos grandes misterios por resolver: 1) Que le pasa a Tim Burton, y 2) para qué sirven los críticos. Si hay dos cosas que no leo en un periódico son los horósccopos y las reseñas de espectáculos.
A Tim Burton le pasa: 1- No tiene tanto talento como se creen sus incondicionales. 2- A él y Helenita les gusta vivir desahogadamente, claro...
Sobre los críticos sólo puedo decirte que creo que es una profesión (y he dicho profesión ¿eh?) en vías de extinción, y eso da mucho miedito, porque a los críticos también les gusta lo mismo que a Burton...
En fin...
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