Liberia es un pequeño país africano que los esclavistas norteamericanos usaron en el siglo XIX como válvula de escape para enviar a los esclavos liberados y que se les amontonaban en su precioso y sonrosado imperio, convirtiéndose en un grave problema. La bandera de Liberia es igualita a la de los U.S.A., pero sólo luce una solitaria y significativa estrella. El tipo más famoso de Liberia (y no creo que vuelva a ocurrir un milagro semejante) fue un futbolista llamado George Weah, que jugó en el Milan, si no recuerdo mal. La industria cinematográfica liberiana debe ser pequeña, insignificante, por lo que un film tan interesante como JOHNNY MAD DOG debe ser calificado igualmente de milagro, de acontecimiento sin precedentes. Coproducida por Francia y Bélgica, JOHNNY MAD DOG irrumpe con fuerza y golpea a base de una violencia explícita, la de los enloquecidos adolescentes que campan a sus anchas por el devastado país africano tras la última guerra civil. Con una fotografía nítida y muy colorista, Jean-Stéphane Sauvaire filma la impunidad de estos "guerrilleros delincuentes" que saquean, matan y violan con una distancia que le permite no juzgar estos actos ni convertir a los verdugos en víctimas, sólo facturar una buena película de acción que además sirva, de alguna manera, para denunciar ante el mundo lo que ocurre a diario en un continente del que la mayoría de gente sólo conoce lo que le ponen del mundial de fútbol y los tipos que alegremente le ofrecen kleenex en un semáforo.
Aunque recuerde vagamente a CIDADE DE DEUS, tiene algo que hace que prefiera ésta a la brasileña, y es que en ningún caso la violencia sirve como espectáculo deslumbrante, antes al contrario, el interés reside fundamentalmente en llegar a comprender (si se puede) por qué un niño de 15 años se convierte en un residuo humano y, sobre todo, cuál es la cuota de responsabilidad que nos toca a cada uno. Altamente recomendable, pero les va a agriar el mundial.
Saludos con dientes de perro.
2 comentarios:
Lo que ocurrre en el continente africano es muy triste. No ya por lo que ocurre en sí, sino porque no nos importa lo más mínimo y ademáss somos los insstigadores de ello en la mayoría de los casos.
Como esa estrella solitaria que mencionas, el continente entero va hacia la deriva, hacia el olvido y la autodestrucción. No la he visto, estimado DVD, pero la veré, máxime si es superior a Ciudad de Dios, que me encantó.
Un saludo.
A la saca.
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