Ayer mismo me refería a esas películas a las que accedemos de refilón, algunos años después de su fugaz estreno y con el recelo de quien ha visto mucho cine y huele estas cosas a distancia; y lo hacía en las líneas que dedicaba a uno de los títulos más importantes del cine español de esta década. Curiosamente, son los elementos extracinematográficos los que suelen constituir la mayor parte del interés o falta del mismo de estos extraños artefactos; un cine condenado al ostracismo más cruel y que, normalmente, suele tenerlo bastante merecido.
Hace unos ocho años se estrenó una curiosa película que prometía un complicado juego de aliteraciones formales, superpuestas en su mayoría, y que, vestida con la rezongante piel del "autor total", iba a ser, para abreviar, la repanocha del cine modernuqui patrio. Y el caso es que en un principio, ARO TOLBUKHIN: EN LA MENTE DEL ASESINO tenía algunos aspectos interesantes y poco comunes por estos pagos. A saber: contar en la extraña dirección a tres bandas con el siempre reivindicable Agustí Villaronga; rescatar una historia real perdida en el tiempo y que ahonda en varias de las miserias que rodeaban a las misiones de Centroamérica y el ambiguo papel español en las mismas; y, por último, alternar la narración ficticia con algunas imágenes de archivo, cuidadosamente y convenientemente calificadas como "extremadamente difíciles de conseguir". Los problemas son los siguientes: Villaronga no es el mismo (desafortunadamente) que fascinó a media Europa con su brutal ópera prima TRAS EL CRISTAL; de hecho, no ha vuelto a rodar ningún largo desde el desaguisado que nos ocupa. Luego, el papel de Lydia Zimmermann e Isaac Racine debe saberlo alguien, pero no yo. Además, la historia estaba perdida en el tiempo por una razón: tampoco es para tanto. Se trata de un tipo que recala misteriosamente en una misión, conoce a una monja, se vuelve majara y prende fuego al tenderete... y poco más. Para finalizar con la puntilla de esta flojita película: su uso de las imágenes documentales no sólo es chapucero y ayuda poco al desarrollo de la historia, sino que (admitido por sus autores) es tan escaso que ha de ser repartido con cuentagotas por un metraje que se hace eterno de tan anodino. Uno de esos casos que sólo pueden ser calificados como intrascendentes.
Saludos funda-mentales.
2 comentarios:
Pues esta la conozco y no la he visto, bueno, es que tampoco he visto la de TRAS EL CRISTAL, y eso que me acabo de enterar de que es una película de culto. También dejan bien la de EL MAR, ¿usted la ha visto?
Un saludo!
TRAS EL CRISTAL es como si Lynch se hubiera ido a vivir a Ciutadella... Una perturbadora y magnífica pesadilla de tintes masoquistas. EL MAR intenta ir por esa senda, pero es más condescendiente y menos áspera, pero también está bien. Aquí, Villaronga se fue y les dejó a los otros dos el asunto; luego fue todo un desastre... Cosas raras que pasan en nuestro cine...
Publicar un comentario