jueves, 21 de marzo de 2019
Llegar o huir
Me da la impresión de que Damien Chazelle quería contar algo en FIRST MAN que se nos ha escapado, o a lo mejor es que no hay más, que es el problema de dramatizar una historia de la que conocemos exactamente cómo va a acabar. Sí, es la historia de Neil Armstrong, de su durísima preparación para la misión espacial Apolo 11, que le llevaría, junto a Aldrin y Collins a, efectivamente, la Luna. Y es que hay poco más, porque ¿qué diablos vamos a dramatizar sobre una historia que conocemos? Porque por mucho gran paso para la humanidad que sea, la sensación general es que hay dos horas y media de difícil digestión, sobre todo la larguísima ¿"secuencia"? en la que Armstrong se prepara para lo que luego apenas llega a la media hora, y que es lo más interesante. La recreación que Chazelle hace de la misión en sí encuentra el punto inmersivo que se apunta en la espléndida secuencia de arranque. Después, entre medias, está "eso" que se nos escapa, y que yo achaco a una preocupante falta de profundidad psicológica, lo que unido a la inexpresiva omnipresencia de Ryan Gosling deja esta película como un extraño artefacto a mitad de camino de todo, aunque muy bonita y pulida, por lo que quizá el oscar a los mejores efectos visuales sea tan correcto como previsible. Todo en perfecta sintonía, como debe ser, pero frío y desolado como la superficie lunar, que también...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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